Todo lo que pasa por mi mente, y me destroza. Lo he de apartar. Escribo estas líneas por ese motivo.
Me he de convencer a mi mísma.
El juego peligroso al que me ofrecí en cuerpo y alma. Debe terminar.
No es posible dañar a nadie, pues va en contra de mis valores.
No necesito venganza.
El odio es un arma de doble filo. Que me daña. Me destruye.
No quiero odiar, no debo.
No necesito nada más de lo que poseo.
Lo tengo todo. Felicidad, paz y amor.
Me lo debo a mi misma y a mis hijos.
Son mi motor, mi fuerza. Mi nieta, mi mayor tesoro.
Ellos son los que me apoyan, a los que les debo tanto. A todos los que verdaderamente me quieren. Nunca me fallan.
Mi familia, mis mejores amigos.
Tengo todo lo que ansío. TODO.
Lo he conseguido. No estoy dispuesta a perderlo. Ni a luchar más contracorriente.
Soy FELIZ, plenamente me siento orgullosa. Satisfecha y agradecida.
Sé que mi forma de ser no va a cambiar al máximo. Pero necesito avanzar, crecer, vivir.
Y sé que ha de ser sola.
Lo sé, por lo tanto mi mente y mi corazón se han unido por fin, para hacerme saber cuán dichosa soy.
Un día, una doctora me recomendó escribir. Así lo hice. Es mi ayuda.
Convencida de salir a flote. De sacar más fuerza; si cabe. TODO lo posible para ser quién SOY.
