LO QUE REALMENTE IMPORTA.

 Las llamadas por teléfono, que TU PADRE, te propina cada día.

Mañana y tarde. Sin no surge algún imprevisto. De ser así, me llama las veces que sean necesarias. Hasta poder contactar conmigo. Le da igual la forma, y a quién acudir. Si necesita saber de mí. Me busca insistentemente. El dice, que así se queda tranquilo.

Que reciba de ÉL una postal navideña. Con su edad. Y aun escribe, como todos los años. No ha fallado ninguno en toda mi vida.

Es lo que realmente importa, mi PADRE. Su AMOR.

Y cuando le comunico cualquier cambio. Lo único que quiere saber... si voy a cambiar mi numero de teléfono.  Solo quiere poder llamarme. Haga lo que yo haga, esté donde esté. LE GUSTA SABERLO. SIN EMBARGO... SU PRIORIDAD. ES SABER CON CERTEZA... QUE MI NUMERO SERÁ EL MISMO.

Que representa para mí. Lo mucho que le importo. Me quiere llamar cada día.

Así será. TE LO PROMETO.

TE QUIERO.

SE LO QUE QUIERO.

 No con certeza. Sí con entereza.

Segura de lo que no quiero.

No quiero mentirosos, manipuladores.

Mequetreces ni mindundis.

No quiero arrogantes ni prepotentes.

No quiero sabios en cultura general.

Solo capaces de ser humanos.

Que sepan apreciar la persona.

No quiero aprovechados, para ya sabéis qué.

NO QUIERO.

Lo que quiero es tan simple y misterioso para ellos.

Sé que no lo voy a encontrar.

Sé que puedo disfrutar.

Se que no debo dañar.

LO SÉ.

Ante todo, sé cómo, cuándo y donde...

QUIERO YO.

AQUELLA SOLEDAD...

Era aquélla, la no recordada.

Frustrante e irrevocable. 

Olvidada en lo más profundo y constante.

Deseosa de salir a la luz.

Sin medios naturales, con fuerza aplastante.

Era aquélla, soledad fría.

Oscura, sin brillo y deslucida.

Vagando por esos caminos.

Sola en su soledad.

Desconsolada, altiva y espeluznante.

Evocando libertad, ahogada sin poder respirar.

Esa soledad tan inquietante.

Abrumadora, distante.

Dudosa, cabizbaja, titubeante.

Despertando ensimismada, cortante.

Su sonrisa desapareciendo, acobardada.

Muerta por dentro y por fuera.

Viva, exaltada, diva.

Reafirmando su ira, comprometida con su vida.

Por fin incluida en la suprema y divina autoestima.

IDEAS CONFUSAS.

 Crees tenerlo todo muy claro. Esa es tu equivocación. Si no eres realmente sincero. Ni capaz de aceptar otras opiniones. Tu no te puedes definir, persona. Es mi opinión, respetable como las demás. Ese ego, prepotencia y superioridad, no me agrada. Es lo que pienso.

Al final, tienes los mismos propósitos, que todo ser humano. No te enteras. Ni eres mejor, ni diferente. Tienes actitudes que corregir. No pasa nada, si te equivocas. Lo ideal es reconocerlo. No puedes pensar que eres perfecto. Pues sabes que no es verdad. Creo que lo sabes. 

Entre tanta palabrería, puedo adivinar que sufres. Tienes dolor. Comprensible, por otra parte. No te das cuenta, mientras te ofuscas en tu propio YO. Se palpa tanta infelicidad.

Tuve el decoro, de hablar desde el corazón. Conocerte en persona. Y te vi tan triste...

No has podido ser más infantil y cobarde. Tanto que defiendes el respeto. Sobre todo que pena, tu egoísmo te ha llevado a ser como eres. No es mi intención juzgar. Pero tampoco tienes ningún derecho a tratar a los demás, con tanto desprecio.

No me agradas, en ningún sentido. Lo siento. Lo he intentado. Te lo he explicado, con paciencia. Y aún así, te subes por las ramas. Jamás has pedido disculpas.

SOLO ERES TU.

Cuídate y quiérete mucho.