El mar, que sin duda nos ofrece relax.
No nos damos cuenta. Escuchar su sonido, sentir su calma, saborear su olor.
Parece tan insignificante, y nos aporta tanta paz.
Solo necesitas pasar unos minutos frente a él, para date cuenta de lo que te puede ofrecer. Y sin pedir nada a cambio.
Es grandioso, inmenso. No hay cosa más sencilla que nos de tanta felicidad.
Pasear a solas por su orilla, mientras las olas te acarician. La sal te depura, y te vas a casa renovada.
O simplemente sentarte cerca y admirar su belleza. Te absorve y te secuestra en su divina calma.
Si está revuelto, también nos sirve. Pues aleja de nuestra mente toda la mala energía.
Así de sencillo una buena terapia a nuestro alcance.
Yo estoy muy agradecida de poder tenerlo tan cerca.
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