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miércoles, 16 de diciembre de 2015

INICIO DEL VIAJE A QUITO.

Llegó el día.....
Y nos dimos un buen madrugón; sin apenas tener consciencia me avalancé hacia la aventura.
Maletas a medias, nervios, incertidumbre, dudas. Y ya no había marcha atrás.
Nos vamos.
Salimos de Barna, con tranquilidad mezclada con ideas de asombro.
Mi yerno se encargó de que todo estuviera listo. El transporte hacia el Aeropuerto, billetes, pasaportes, etc.
Sentí una gran calma, porque de repente en muchos años, me sentí despreocupada de trámites y burocracía.
Me dejé llevar. Y la verdad todo salió a pedir de boca.
Llegamos al Aeropuerto de Barna. Nando lo tenía todo controlado. Y no tuve que hacer nada, solo disfrutar del comienzo de mis ansiadas vacaciones.
Tuvo control de todos nosotros; incluida mi nieta, que para mí era lo más importante.
Manejó el asunto con total seguridad. Y ya teníamos el equipaje embarcado. Faltaba esperar la salida del avión.
Con calma, hubo tiempo de desayunar. Mi V, nos acompañó. También he de añadir que estuvo a la altura. Mi niña M también acudió a la despedida, lo cual me enorgullece.
Todos tuvimos tiempo de relajarnos. Fue algo raro, especial y familiar.
Mi Valery me sorprendió en demasía, se adaptó en todo momento a la situación.
Y tuvimos la gran suerte de ser priviligiados por llevar a la bebé, eramos preferentes en todas las colas.
La madurez hizo que no me sorprendiera el modo de pasar al embarque. Nos tuvimos que despojar de nuestros objetos, descalzarnos, pasar por ese nudo de SEGURIDAD. Y pasamos sin problemas. Mientras recuerdo la mirada de mi hija M y la de V observando cada paso que realizábamos. Ahí los dejaba.... señor, mi gran preocupación era mi HIJA.
Aún así yo me dejaba arrastrar por un sinfín de emociones, viendo la cara de mi Valery, la de mi hijo A y la de mi hija E junto a su marido; hizo que yo me realzara en la confianza de mi VUELO.
En esos momentos me encontré difusa; como entre dos mundos. Y la visualización del ambiente en general me dió la solución. Debía hacerlo, era primordial, mi alma se debía desprender de mi cerebro. Y lo conseguí.


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