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miércoles, 24 de marzo de 2021

CON LA CABEZA BIEN ALTA.

 Sí, por fin me he atrevido a desenmascarar al DIABLO.

Tres años, de mi vida. Largos años de agonía, entrega y amor.
Y ya puedo decir, se acabó.
Me ha costado horrores, reconocer el maltrato psicológico, la manipulación, la utilización, la mentira, el engaño, la traición. El robo, la espera interminable; cuando desaparecía.
Cuando se iba a beber y no sé qué más.
Me arrepiento del mal causado a mis allegados. Ellos que le otorgaron toda la confianza posible.
Estoy cansada, de recibir amenazas, de ser utilizada por los sentimientos.
Me avergüenzo de no haber escuchado a los que me querían aconsejar.
Ciega, hasta no ver mi propia nariz.
No me siento con fuerzas para reprochar.
Sí me siento con ganas, de sacarme este bicho de mis adentros.
Días oscuros, sin él.
Días maravillosos, atendiendo sus necesidades más básicas.
Días de falsa felicidad.
A veces sobrio, otras ebrio.
Dar todo lo que pude. Ayudar, socorrer, proteger. Acompañar en sus ingresos.
Hacer todo lo posible, por arreglar su dura situación.
Y seguir avanzando en un camino de espinas.
Caer, levantar, volver a la mierda.
Cuando, por fin; decido alejarme del todo.
Harta de recibir llamadas, mensajes, emails.
Querer hundir mi autoestima hasta tocar fondo.
Acudir al Hospital por su culpa.
Tenebrosas pasiones, desconsolados encuentros. Relaciones intimas enmarañadas de placer.

No es necesario entrar en detalles. No me apetece.

Solo quiero enviar un mensaje de esperanza. Todas podemos. Todas hemos de hacerlo. Denunciar, buscar ayuda. Hacernos fuertes es nuestra salvación.

El maltrato psicológico, en ocasiones duele más que una bofetada.
Cualquier maltrato hacía nuestra persona, es intolerable. Inadmisible.

Hacerlo. PODEMOS.

No somos culpables de sus errores. No somos ellos. SOMOS NOSOTRAS Y DEBEMOS HACERLO.





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