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domingo, 19 de mayo de 2013

HACIA LA GRAN CIUDAD.


 María cuenta:
Un día el padre de María comenta que se van a ir del pueblo. Se van a BARCELONA.
Se suben el el camión toda la familía, todos los muebles, todo lo posible. Parece que se sube en el camión toda la casa. María siente la necesidad de despojarse de esos malos recuerdos. María tiene la esperanza de que su padre cambiará, de que el irse de su casa, puede significar lo que los adultos dicen.: una VIDA NUEVA, UNA BUENA VIDA.
Y por aquella época que rondaba los 70, la cual debió ser una época de grandes cambios, al menos en lo que respecta a la familía de María. Todo lo que fuera superarse era bienvenido.
Así que la familía llega a la GRAN CIUDAD. Es todo un logro, llegar a BARCELONA, llegar con tu casa a cuestas. María decía que era todo muy grande, le impresionó entrar por la DIAGONAL; ver ese pirulí que partía el PASEO DE GRACIA.
María recuerda mucho trasiego, en ese viaje. Recuerda la alegría de sus hermanos, recuerda la mírada de su madre; mirada de esperanza, de alibio, de incertidumbre. Recuerda que su madre los tranquilizaba, los animaba a disfrutar del momento. Recuerda a su padre serío, conduciendo su camión.
Recuerda que llegaron, casi de noche. Y todos debian colaborar para descargar ese camión lleno hasta los topes.
Y así lo hicieron. Y una vez en su nuevo piso. María advierte que es más pequeño que su casa del pueblo.
Pero no logra asimilar tantos cambios, no logra comprender NADA.
Aunque se siente aliviada porque su madre está muy contenta, su madre está muy alegre; le encanta su nueva cocina. Por lo visto tiene instrumentos más modernos que los de la casa del pueblo.
Nos distribuyen por habitaciones. Nos toca tres hermanos en una habitación y tres hermanas en otra.
Y los padres de María, cercanos en una habitación, lindando la cocina y el lavabo, junto al comedor.
Y los hermanos compartimos una habitación doble, partida en dos; habitación que queda al lado del salón.
La familia se acomoda. En ese piso se viven grandes experiencias.
María recuerda cocinar a su madre, recuerda a su padre darle la vuelta entera al piso; arreglarlo continuamente.
Y María, debe empezar su etapa escolar en la GRAN CIUDAD.

MARÍA DE VACACIONES.

María no recuerda viajar en su infancia; mientras vivía en su pueblo natal. Ella recuerda, que cerca de su pueblo había un pueblecito llamado PENELLES, y que allí iba en alguna ocasión. Se lo pasaba muy bien, pero cree que se desplazaba hasta ahí andando. Seguramente acompañada de sus hermanos mayores.
Tiene un vago recuerdo de subirse en un autocar, seguramente para ir hasta otro pueblo a visitar a su abuela Isabel y a su abuelo José.
También recuerda subirse en el camión de su padre. Pero no recuerda hacía donde iban.
Me imagino que no muy lejos; sin medios económicos, y con tanta família era un poco díficil viajar.
Y por algún motivo incomprensible María, recuerda que de repente un día: su PADRE dice que se van del pueblo.
Ella cree que se va de vaciones, pero no está segura porque por esa época se acaba el cole, pero no se irán hasta septiembre o octubre. Lo cual significa que las vacaciones de verano seguirán en el pueblo. Pero cuando empieze el curso escolar deberán estar todos en otro lugar. María se ve invadida de dudas, no encuentra explicación a esa decisión tomada por su Padre. Pero claro está, si su padre lo decide así se hará.
María le pregunta a su Madre; ella le dice que se hará lo qe diga su Padre.
María le pregunta a sus hermanos; ellos le contestan que va a ser mucho mejor irse, que será mejor que estar en el pueblo. Le explican que van a conocer cosas nuevas, que va a ser muy chulo!.
Pero María tiene miedo, no quiere irse de su pueblo, no quiere irse de su casa. Sus raíces a las que ella se aferra con gran fuerza; es lo único que ha conocido hasta entonces, es lo único que sabe entender, es lo único que sabe batallar. Y si la empujan a otro lugar, no sabe si será capaz de ganar las batallas que le depare lo nuevo. Porque María ya conoce lo vivido, pero le causa terror lo desconocido. Eso produce en María mucha inquietud.

INESPERADA NOTICÍA.

Y sigue la infaancia de María, y sigue creciendo. Y van pasando los dias y las noches. Va pasando la infancía de la dulce niña. Ella intenta quedarse con los mejores recuerdos, los mejores momentos vividos. Intenta olvidar algunos hechos, y estoy casí segura de que lo consigue.
Intenta recordar lo más bonito, lo más significativo. Dentro de su escudo interior, muestra una clara dulce y amable cara hacia los demás.
Es entonces cuando María teje una tela de araña a su alrededor, una capa protectora para que nada ni nadie le haga daño. María vive encerrada en su silencio, cree que es la manera de no sufrir daño, de no molestar a nadie, de que no surjan esos temidos demonios.Se autoconvence a sí misma, de que si actúa en silencio, nadie ni nada será capaz de atormentarla. Y se deja llevar, sólo por sus hermanos mayores. Y se convierte en una niña tímida.
Ella intenta recordar esos días de colegio. Donde sus profesoras la hacían sentirse bien. Recuerda en su pequeña mente, a esa niña con su batita rosa a rayas, con sus dos coletitas. A esa niña jugando en el patio. A esa niña frágil que algunos conseguían proteger, entender, incluso querer.
Y María intenta recordar los buenos momentos, sobre todo los relacionados a su PADRE; y recuerda bastantes. Y eso le sirve para hacer más fuerte su caparazón. Y se engaña a sí misma, pero al menos es feliz, pensando que su padre la quiere.
Y una de las anécdotas que felizmente recuerda María es:
Una víspera de reyes cuando ella empezaba a tener dudas sobre la existencia de los REYES MAGOS DE ORIENTE, en su casa del pueblo, en ese largo pasillo, surgieron tres seres. Eran los REYES MAGOS!
Ni siquiera se atrevía a respirar, sabía que no debía salir de la cama. Pero recuerda que la curiosidad la consumía. Y sus hermanos  le decían no mires. Pero ella los vió, sí realmente eran los REYES.
Y esa noche María dice que durmió como si de un ángel se tratara, durmió ansiosa de que llegara la mañana, para ver que le habían traído los REYES. María recuerda ese día como uno de los más felices de su vida.
Y yo intuyo que su PADRE y dos amigos de él tuvieron algo que ver. Pero me parece precioso que fueran capaces de hacer felices a esos niños.
Indudablemente quiero cerrar este capítulo, pensando que Maria en ocasiones era feliz.
Feliz, sí. Feliz incluso un día que en su vida aparece una noticia inesperada. Ella recuerda a duras penas a su MADRE embarazada. Pero un buen día llega a casa un pequeñin. Y todos se alegran de la llegada. Y todos lo celebran, todos lo admiran con atención. Incluso Maria se hace participe de la alegría que fluye en su família.
Pero no puede evitar ver a su MADRE, otra vez sufriendo. Cansada MADRE, cansada de trabajar, de criar a sus hijos, de entregarse al máximo. De obedecer a su marido, también se cansa, aunque no lo dice. María ve a su madre luchando por todo y por todos. María no consigue ver a su MADRE feliz.
La MADRE le explica que todo está bien, intenta hacer que MARIA participe del recién llegado. Y María acata órdenes, para satisfacer a su madre. Y cuando la ve tan cansada, María intenta ofrecer su diminuta ayuda. María no comprende porqué su madre está triste. Y más adelante lo descubre. Su madre tenía razones para no sentirse bien; había perdido a una hija; melliza de ese niño nacido.
Y claro otro jarro de agua fría cae sobre María; cuántas desgracias acontecerán en su famiía. Una familía que intenta ser feliz.
Nunca se supo lo que ocurrió con esa niña desaparecida.
María empieza a vivir a la sombra de su madre, en todo lo que puede, en todo lo que una niña puede alcanzar. Intenta ayudar a su madre, para que no trabaje sola. Y Maria aprende pronto ha hacerse cargo de responsabilidades no adecuadas a su edad. Pero ella lo asume por complacer a su madre.
Y María recuerda los llantos de su hermano pequeño, recuerda oírlo en las noches largas y frías de invierno, MARÍA recuerda, obserar en la oscuridad como se hacía su madre cargo del niño. Y cuando Maria se aseguraba de que el niño estaba tranquilo, ella también se dormía plácidamente. Y si María veía a su madre despierta, ella sin que nadie lo supiera esperaba a ver a su madre dormida. Se pasaba algunas noches en vela, pensando que velaba por su hermano y por su madre. Y eso la atormentaba, no la dejaba descansar. Pero era algo superior a ella.
Por eso entiendo que María reflejara esos ojitos de mirada triste y profunda, y esas ojeras; no adecuadas a su edad.

viernes, 17 de mayo de 2013

MARÍA ENTRE DOS MUNDOS.

María siente en ocasiones que es feliz. O al menos eso se imagina. María no sabe si su mundo es real o imaginarío.
Pero recuerda que era bonita, que llevaba coletas, que la vestían bastante bien. Y recuerda que se sentía guapa; sobre todo cuando se lo decía su hermana. Y recuerda que en alguna ocasión sus hermanos le hicieron alguna foto. Probablemente porque se sentían orgullosos de ella. Y recuerda una foto en particular delante de su casa. Que le hicieron más o menos sobre los 7 añitos. Ella vestía una faldita como de terciopelo en color crudito, un jersey clarito y unos buenos mocasines. Y en la foto sale muy guapa, con el sol reflejado en su cara. Y ella apenas puede abrir los ojos, y minimamente se denotan las ojeras. Por eso María considera que en esa foto está guapa. Y siente a la vez que es un poco importante. Porque todos la admiran, al menos en ese instante.
Aunque después de ese momento todo vuelve a la normalidad. En su casa todo coge el mismo ritmo. En su casa todo fluye como a diarío. En su casa no se respira aire puro. No se consigue respirar tranquilidad.
En su casa existen demonios, díficiles de ocultar. Salen normalmente cuando alguien está enojado. Salen a demostrar que hay peligro, salen a atemorizar y a la vez salen a prevenir. Es una mezcla tan explosiva, que ni siquiera los hermanos mayores alcanzan a comprender. Es una mezcla tan explosiva, que a los pequeños se les asemejan ÁNGELES.
Esos ángeles invaden los sueños de María, y ella se convence de que están con ella. Esos ángeles la protegen, esos ángeles existen. María quiere creer que más que demonios aparecen ángeles.
María recuerda como su madre, antes de acostarla le recitaba una oración:
ANGEL DE LA GUARDA, DULCE COMPAÑÍA, NO ME DEJES SÓLO NI DE NOCHE NI DE DÍA.........
Y la mamá de María se lo hacía repetir todas las noches; antes de irse a dormir. Y María se aprendió de memoría esa oración y la llevó consigo por el resto de los días. Y María recuerda como se arrodillaba ante su cama, rezaba y luego podía conciliar más o menos el sueño.
Siempre y cuando no apareciera ningún demonio.