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domingo, 18 de diciembre de 2016

CAOS.

Me sorprende cada día más, el descontrol del ser humano para con sus semejantes.
Decides pasar un bonito día en familia, y la verdad con mucha paciencia, lo consigues.
En estos días de Paz; la gente se tira a la calle como enloquecida. Pareciera que se escapara su sustento más vital. Arrojan envidia, hipocresía, competición, y un sinfín de errores que no gozo nombrar. Por no enojarme, prefiero andar en mi locura y junto a los míos poder disfrutar del bienestar familiar. Me protejo con mi escudo, me sumerjo en mi burbuja. Me entrometo en mi alma para no desatar el odio que poseo como todo ser.
Soy capaz de ni siquiera oír el bullicio de algunos desesperados. Las quejas de algunos trabajadores que se amargan en sus puestos de trabajo.
Puedo soportar a los niños jugando como fieras. Desbordados por el consumo inevitable al que son acostumbrados.
En pocos momentos sientes respirar espíritu navideño. TODOS ANDAN AGONIZANDO POR COMPRAR, POR APARENTAR, POR LEVAR BOLSAS EN SUS MANOS DE BUENAS MARCAS.
Nadie se para ni un segundo a pensar en el prójimo. No te pueden mirar, apenas ven más allá de sus narices. Borregos llevados por lo más infame de este siglo. Los más vulnerables llegamos a sufrir mucho.
NAVIDAD, siiiiii. Con aprecio, con dignidad, educación.

No podemos permitir que se nos escape lo aprendido de nuestros padres.
No es posible dejar nuestras tradiciones. Es lo que nos forja, lo que amplia nuestra libertad.
Es penoso observar a la gente dando palos de ciego. Atormentados por el qué dirán.

Lo más valioso de estos días es poder compartir algo de comida en familia.
Disfrutar de buena compañía. Sentirse querido. AMAR.

Todo lo demás no nos hace mejores. Al contrario somos como aves carroñeras, hienas en busca de alimento para cubrir deseos inalcanzables.

NUESTROS VALORES SON LO QUE NOS DEJA HUELLA. ALIMENTA NUESTRAS ALMAS.
Os puedo asegurar que el corazón tiene límites. No forcéis vuestra arma más cotizada.

Me avergüenzo de actuar como el resto de la gente. A todos nos llega el fin de la paciencia.

DOY GRACIAS A DIOS, por obsequiarme con buena fe.

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