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lunes, 3 de junio de 2013

REFLEXIONES

Después de tener un par de días para reflexionar, llego a la conclusión de que la vida realmente es bastante complicada. Hay días en los que te puedes sentir muy feliz, y otros en que crees que se acaba el mundo.
Incluso en un mismo día el ser humano es capaz de asumir una satisfacción y una gran decepción. La vida encierra en sí misma grandes misterios. La vida es una incógnita, una paradoja,es la VIDA.
Este fin de semana he tenido mucho tiempo para pensar. Mientras un familiar muy próximo celebraba todo un LOGRO, otro familiar luchaba contra corriente para permanecer sano.
Yo no podía estar en ambas experiencias a la vez. Con lo cual decido estar cerca del más necesitado. Así lo creo, porque es el que más me necesita. Mientras por otro lado el ser que está de celebración posiblemente no me eche de menos. Descubrí que en verdad cuando alguien te necesita, debes estar. Cuando alguien esta de jubileo no te encuentra a faltar. He podido pasar al lado del ser más querido para mí, un grandioso fin de semana, y he tenido la suerte de poderlo compartir con otra de las personas a las que más quiero en este mundo. Si creo que hice buena elección, escogí estar con mis padres. Los dos me necesitaban en esos momentos.No les podía fallar, porque entre otras cosas ellos jamás me han fallado a mí. He estado con mi familia y a la vez separada de los míos. En ningún momento me he arrepentido. Porque me he quedado muy satisfecha por tomar esa decisión. Y yo soy bastante firme y nunca me arrepiento de lo que hago, porque en verdad me tomo mucho tiempo para pensar qué es lo que realmente importa.
Sé que a algunos no le gustó mi decisión, pues me lo han hecho saber. Sé que a otros les agradó. Sobre todo sé que yo estoy convencida de que hize lo correcto.
Y evidentemente cuando veo que a las personas que más quiero saben darme a entender la gran labor que he realizado, menos pienso que he podido defraudar a alguien.
Sin duda me alegro de que este fin de semana mis seres queridos celebraran un gran acontecimiento.
Sin duda me alegro de haber estado al lado de mis padres.
Sin duda, porque el sentimiento mutuo que nos hemos procesado al estar juntos no tiene precio. Admiro a mi padre por su dedicación hacia mi madre. Es increíble haber visto en otras circunstancias de mi vida, a un padre diferente. Y ver en la actualidad a un padre entregado a su familia. Entregado al 100% a su mujer.
Es increíble ver a mi madre luchando, con todas sus fuerzas para aferrarse a la vida. Ver esa constancia, esa fuerza de voluntad que siempre la caracteriza. Y ver sobre todo que lo consigue.
Me he sentido tan feliz, en el silencio de la noche, al lado de mi madre. Oírla respirar, oírla toser, oír sus movimientos, escucharla entre susurros cuando me quería hablar. Escuchar cómo la máquinita a la que estaba conectada avisaba si algo no iba bien. Conocer todos los sonidos y silencios de la noche. Sentir cómo aun estando ella enferma, se preocupaba por mí. Me vigilaba, me observaba. Creo que las dos nos protegíamos ante la noche que se avecinaba. Ella me ofrecía cariño, bienestar, confort, abrigo, me sentí como cuando era pequeña. Mi madre me estaba cuidando. No cesaba de decir: ponte de ladito, coge una manta, coge mi colcha que va ha hacer frío. Tápate hija, que de madrugada refresca. Ella me cuidaba, y yo estaba ahí para hacer lo mismo con ella. La estuve observando toda la noche, procuré darle todo lo que necesitaba, hice que pasara la noche lo más cómoda posible. Y cuando la veía dormir, cuando escuchaba sus suspiros, yo me relajaba. Y entonces tuve tiempo de pensar cuánto la quiero. Y si ella se movía o yo me movía las dos nos despertábamos. Nos hicimos compañía toda la noche.Ante cualquier ruido, nos hablábamos, estábamos tan compenetradas; es impresionante. Tuve tiempo de reflexionar, mientras velaba por su bienestar, tuve tiempo para ver que mi madre siempre será mi madre. En algún momento de la noche me quise hacer la dormida, para que ella se quedara tranquila, y ella sabía que yo la engañaba. Me hablaba, me estaba cuidando. No me podía escapar de la habitación, me controlaba continuamente. Ella está enferma, pero sigue siendo fiel a su fuerza, sigue siendo fiel a la crianza de sus hijos. SIGUE SIENDO MI MADRE. Me impresiona como una persona tan sumamente frágil, es capaz de demostrar tanta fuerza. E capaz de transmitir tanta tranquilidad. Es capaz de seguir siendo MADRE.
Y al amanecer seguíamos en la misma línea, más pendiente ella de mí, que yo de ella. Por mucho que quise estar a la altura, mi madre me supera con creces. Se ha estado preocupando de si tomo mi medicación, se ha estado preocupando de que desayunara, de que comiera, de que cenara, de que durmiera, se ha preocupado de mí; como siempre lo ha hecho. También hemos tenido tiempo para reírnos, para disfrutar de nuestros momentos íntimos.
Por otro lado he podido disfrutar de mi padre, he podido conversar con él. He sentido que me necesitaba, que necesitaba que le escuchara. Y así lo hice. Hemos estado al pie del cañón. Eso lo hemos hecho los tres. Eso es lo que me han enseñado mis padres. GRANDES VALORES.
Me encanta cómo mi padre tan mayor, me hace caso a todo lo que le digo. Me encanta que se sienta tan útil, y a la vez tan dependiente. Me ha encantado la gran complicidad que hemos compartido los tres.
Es indudable que nadie te conoce mejor que tus padres, sólo necesitan mirarte para saber qué pasa. Hemos compartido gestos, miradas, tranquilidad, conversaciones, silencios; lo hemos compartido todo. Como una gran familia, que al fin y al cabo es lo que somos. GRACIAS PAPAS.

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