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lunes, 8 de julio de 2013

ÚLTIMO MES DE EMBARAZO.

Mientras todo el mundo estaba ansioso porque acontenciera el gran momento. María veía que el momento cada vez estaba más cerca, estaba pletórica de ilusión pero sentía un gran miedo.
María se sentía algo confundida. Se preguntaba si sería capaz, deseaba tener a su bebé entre sus brazos, y a la vez se sentía aterrada.No por el hecho de saber o no criar a su retoño; si no más bien por si iba a ser eficiente a la hora de dar a luz. Ella iba a ser primeriza. Iba a ser su primera vez. Y ante lo desconocido siempre se siente pavor.. Siempre hay quien te quiere aconsejar. Pero yo pienso que cada persona es diferente, que cada parto es singular. Que cada uno es especial, y que cada uno lo vive de forma intima.
María tuvo la suerte de tener a su lado grandes profesionales. Y algunos familiares que siempre la apoyaron.
Antes de nacer el esperado bebé, ya tenía todo lo imprescindible. Todos los que querían a María le regalaron todo lo esencial, lo básico. El bebé no iba a necesitar nada, al menos materialmente. Y después se pudo comprobar que emocionalmente todos se volcaron hacia ese bebé.
Iba a ser un especial especial, sobre todo porque todos lo esperaban con gran cariño. Lo deseaban enormemente.
María los últimos quince días de embarazo debía acudir a visitas diarias al HOSPITAL DE LA VALLE DE HEBRÓN.
Allí le ponían unas correas, para verificar que el bebé estaba bien. La oscultaban, oían el corazoncito, la hacían caminara menudo. La tenían totalmente controlada.
María recuerda ir caminando al HOSPITAL, María recuerda tomarse el viaje como una excursión, recuerda intentar ayudar a su bebé a nacer. Y recuerda ir a diarios y volver a su casa entera.
Cada día su madre y su hermana le preguntaban, cómo había ido. Ella ya se empezaba a impacientarse, cada día era igual. No se sucedía ningún cambio. No tenía contracciones, no rompía el tapón famoso, no rompía aguas; no pasaba NADA.
Cuando María ya se salíó de cuentas, en el HOSPITAL se empezaron a plantear la idea de inducir el parto.
María se lo tomaba a risa, su padre le decía que era el PARTO DE LA BURRA. Unos diez meses de embarazo. Su madre le decía que ojalá no tuviera un parto seco. Y María estaba tan feliz, paseando, esperando que su bebé quisiera llegar al MUNDO. Que ni siquiera podía sentirse preocupada. Confiaba ciegamente en los médicos.
Y por fin María decide tenerlo todo preparado en casa, para la llegada de su bebé.
Y en una de esas visitas, MARIA emprende su viaje sola hacia el HOSPITAL. Y presiente que se va a quedar ingresada. Se va tranquilamente, sin contracciones. Pero afortunadamente la noche anterior ya había roto el tapón mucoso.
María camina con paso firme y seguro, con buen ritmo, sabe que puede ser el día.
Llega al HOSPITAL.........

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