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miércoles, 15 de mayo de 2013

MARÍA CRECE.

María sigue su infancia sútilmente, casi rozando la madurez. Y Maria me cuenta que también tiene algún vago recuerdo sobre la entrada de su casa. Recuerda que se tenían que subir algunos peldaños hasta acceder a la casa.
Y recuerda que en esa escalera también cree que sucedieron cosas. Al menos intenta recordar, y aunque no lo consigue. Por alguna extraña razón recuerda esas escaleras con profundo terror.
Quizás a María se le hacían interminables, ya que era muy pequeña. Quizás María anhelaba subir rápido o bajar deprisa hacía la calle. María no se explica porqué siente tristes recuerdos con respecto a esas escaleras.
Pero cree que también jugaba en ellas con su hermano mayor. Y jugaban a correr, se hacían apuestas para ver quién llegaba antes.
Y también recuerda que sentía miedo cuando sentía e intuía que alguien subía por ellas.
María está encantada cuando sale a la calle, y los vecinos la miman. Y siente entrañables recuerdos con respecto a una vecina que vendía chocolate en onzas. Y cuando María tenía cinco pesetas compraba con ansia el deseado chocolate. Y seguramente cuando no tenía dinero la vecinita también se lo daba. Porque María recuerda pasar grandes ratos en esa tienda de ultramarinos. A María le encantaba sentarse en las rodillas de un vecino, que apenas recuerda. Pero siente con cariño cómo ese vecino la arropaba.
Seguramente María a veces se escapaba de su casa, salía despavorida a buscar refugio; lo más cerca posible de su casa, pero salía , ya que la necesidad era imperiosa.
Y evidentemente, ante la situación económica tan escasa, en alguna ocasión mandaban a Maria ha hacer algún recadito, y debía ir a la tienda sin dinero. Pero aquella señora tan amable, le decia:
No te preocupes tu MAMA,  ya me lo pagará, tranquila.¿ quieres un poco de chocolate?
Y María aunque sintiendo gran verguenza decía SÍ. Y salía tan contenta de la tienda. Que deseaba que su MADRE la mandara a comprar continuamente.
Merecía la pena pasar esa temida verguenza, si al final tenía recompensa.
En esa calle de aquel precioso pueblo, habitaban seres maravillosos, al menos ante los ojos de María.
Y sus hermanos disfrutaban de grandes amigos, y ella accedía a jugar con ellos. Aunque eran mayores, se sentía protegida, se sentía bien, se sentía increiblemente feliz entre sus hermanos.
Deseaba salir de su casa, era tan feliz en la calle. Vecinos, amigos, gente del pueblo. Todos tenían bellas acciones hacía MARIA. Y claro está eso en una niña inquieta, una niña tímida, una niña deseosa de cariño, se percibe enseguida. Y ella se deja querer, es generosa con los demás, siente una gran solidaridad hacía las personas mayores. Le encanta rodearse de sus amigos, pero también de gente adulta. Gente que la ampara, gente que la mima. ¿QUÉ BUSCA MARÍA?
Maria busca la felicidad, María tiene la mirada triste, tiene grandes ojeras. Pareciera que nunca duerme. Posiblemente sea así, porque María recuerda las noches interminables. Recuerda la oscuridad en todo su mundo, recuerda ruidos extraños,; no sabe de dónde provienen. Pero es suficientemente alertador para que no pueda conciliar el sueño.
María tiene la gran suerte de tener muchos hermanos, y entre unos y otros se hace el día más llevadero. Se hace la Infancia más niña, más feliz, se hace como debe ser. Una infancia de felices juegos.
Pero María sigue mirando con los mismos ojos. Y sigue preguntándose tantas cosas. Y a mí me encataría darle respuestas. Pero también creo que ya pasó, que no es necesario urgar en las viejas heridas. Y por otra parte pienso que es necesario que Maria aflore todo lo que siente, puede ser una manera de enterrar esas viejas heridas.
Por eso María voy a intentar ayudarte.
Estoy contigo MARÍA.

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