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jueves, 2 de mayo de 2013

MI HERMANA C Y LA ADOLESCENCIA.

Después de recordar los mejores momentos de mi infancia junto a mi hermana. Sigue el recorrido por mi adolescencia.  Pero antes de proseguir quisiera mencionar, esos momentos al despertar con el sonido que emitían las palomas. Un sonido algo curioso que no tiene nada que ver con el despertar de un gallo. En mi casa del barrio de Gracia sonaba el atroz sonido de las palomas al amanecer. Y recuerdo que a mí no me hacía realmente gracía, pero acompañada de mi hermana, el sonido se hacía un poco más agradable. Y  recuerdo que en mi casa todas las mañanas, cada uno de nosotros emprendía sus quehaceres. Y recuerdo con referencia a mi hermana, que formó parte inolvidable de mi adolescencia. Recuerdo a mis hermanas mayores, recuerdo cuán diferentes eran entre sí. Recuerdo a mi hermana C, que trabajaba en varíos sitios, uno de ellos en la TOCINERIA DE LA ZOILA, recuerdo comer embutido de calidad. Recuerdo a mi hermana C, en sus salidas. Recuerdo que la echaba de menos.
Con mi hermana C, compartí muchas vivencias. Paseos por Barcelona, aperitivos suculentos; en el REY DE LA GAMBA, y en otros locales de renombre.
Con ella descubrí el buen comer, las grandes charlas, las grandes escuchas, los grandes silencios, es que con ella lo descubrí todo. TODO lo referente a mi adolescencía. Y me enseñó tanto relativo a la VIDA. Y es que a mi hermana C, nunca la tuve que buscar, siempre estaba conmigo. Y me hacía partícipe de sus experiencias, y eso me sirvió particularmente más adelante. Y nosotras lo pasabámos genial; ella presumía de hermana pequeña, ella siempre me alagaba, ella siempre me valoraba, siempre tenía palabras bonitas hacía mí. Y yo nunca se lo dije pero la idolatraba, y sabía que era la única persona que se sentía orgullosa de mí. Porque mi hermana C, me lo demostraba, simplemente con su mirada. Allá donde fuéramos presumía de mí. Y a mi me daba mucha verguenza. Pero hoy en día le agradezco que hiciera crecer mi autoestima. Y mi hermana C, no necesitaba preguntarme si yo me sentía mal, es que tenía el poder de percibirlo. Y yo ne le decía si me pasaba algo, si me sentía mal, y ella insistía. Y yo no quería decirle nada, y ella tenia una frase, que aún retumba en mi mente: A mí no me engañas, a tí te pasa algo. Y como siempre se salía con la suya, y profundizaba en mis más hondos secretos. Así que queridos lectores, con mi hermana CARMEN, lo aprendí todo, lo compartí todo, viví mi adolescencía en toda su plenitud. VIVÍ, VIVÍ, VIVÍ.


 




















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